Amor.

Algo totalmente indescriptible. Pero que te hace sentir bien. Protegido, apreciado, feliz, alegre. Vivo. Algo que buscas y encuentras inesperadamente, pero desde ese momento todo es distinto. Resplandeces con luz propia y sonríes. Porque tienes motivos para ello. Y en esta sociedad, ya no queda ni rastro de aquello que alguna vez todos anhelamos. Era tratado de sentimiento. Y todos buscaban el adecuado. La gente era feliz con el, y lo repartía entre sus conocidos. Lo demostraba y se lo demostraban.

Pero ahora... ¿Que queda de eso? Lo que queda es dolor. La gente lo usa como arma. Para engañar y atacar, para buscar la debilidad. Por que sí, hoy en día sentirlo es una debilidad. Nadie lo toma en cuenta. Nadie se involucra en el. Simplemente recurren a el para hacer daño. Y cuando existe por parte de uno, el otro simplemente mentirá, o engañará, o traicionará, pero nunca corresponderá. Ya nada queda más que un pequeño rastro de sufrimiento, y, en caso de que aún hubiera un rayo de esperanza en el corazón de alguien, no hay porque preocuparse, ya llegará alguien totalmente frío y calculador que se encargará de extinguir esa esperanza permanentemente.

De lo que antes era feliz y perfecto, de lo que convertía a la gente en estrellas con luz propia y marcaba sonrisas permanentes, de eso. De eso ya solo quedan un puñado de cuerpos humanos sin sentimientos, totalmente monótonos y fríos, que se encargarán de acabar con cualquier pequeño rastro de emoción en alguno de los otros robots sin alma. Sí, en esto consiste nuestra sociedad hoy en día. Personas vacías y aburridas, sin capacidad de amar, que acaban con cualquier tipo de sentimiento bonito en cualquier tipo de corazón. Esto es lo que tenemos ahora. Esto es lo que queda.

Lo que queda del AMOR.